Los ejecutivos se refugian en la cocaína

cocaínaEs una de las drogas más adictivas, pero también la más fácilmente integrable en una vida normal. La crisis y el estrés incitan a un mayor consumo entre los directivos. “En un año me gasté 109.000 euros”, declara un ex adicto. Se tarda más de cinco años en reconocer la adicción.

Andrés lleva 19 meses y una semana limpio. Pero todavía acude tres veces por semana a una terapia de grupo en el Centro 12 Pasos de Madrid. Y es que, como él mismo se define, es una persona adicta. “Ya lo era de pequeño, cuando comía todas las golosinas que podía”. Pero durante 20 años –de los 18 a los 38– lo que no paró de consumir fue cocaína. Comenzó como todos, tonteando, “para ser el más simpático y el más guay de la fiesta”, y acabó como pocos, cambiando por completo de vida, de trabajo y de amigos. Pero, afortunadamente, no de familia. Fue precisamente su mujer, tras encontrar en “mi escondite” del cuarto de baño 400 bolsitas de plástico vacías, la que le ayudó a evitar esta “enfermedad crónica, progresiva y mortal”. Un mal que le acompañará siempre y entre cuyas secuelas se encuentran la perforación del tabique nasal y algunos problemas gástricos.
“Yo controlo”

“Pensaba que podía controlar. Estuve de vacaciones con mi mujer en Bali 20 días y me dije: no estoy enganchado. Si he podido aguantar estos días, puedo dejarlo cuando quiera”. Pero no era así. “Veía cómo muchos amigos sacaban la papelina el día de fin de año, la utilizaban y la guardaban. Yo no podía. Era un consumidor compulsivo e impulsivo. Incluso cuando estaba viendo una película con mis hijos en casa, llamaba a mi camello, quedaba fuera con él y, ya de vuelta, esnifaba hasta que se me acababa el polvo. No podía parar”. En los últimos dos años –desde mediados de 2007 a mediados de 2009– y coincidiendo con la muerte de su madre, Andrés consumía de forma diaria. “Podía esnifar hasta ocho gramos al día”, recuerda. “Me levantaba, me acostaba y pasaba el día pensando en lo mismo. Consumía cuando mi mujer se dormía. Solo, en casa. Sin ninguna otra sustancia, a pelo”. Ésta es, precisamente, una de las mayores complejidades de esta droga, que, al final se consume en solitario y sólo se vive para ello.

En el último año de consumo, Andrés se gastó 109.000 euros en cocaína. Pese a todo, el dinero nunca fue un problema ni faltó en su casa. Era director general de una importante empresa de marketing, cargo que ocupó durante 10 años. “Yo era el único que lo manejaba, pero nunca dejé de pagar a empleados, proveedores, ni de atender a las responsabilidades económicas de casa”. Aunque afirma que si hubiera seguido con ese ritmo, quién sabe. “Lo que es seguro es que ahora no estaría vivo”. Una nueva vida que comenzó el 5 de mayo de 2009, el día en que ingresó en la clínica CITA, un centro que dispone tan sólo de 12 plazas para altos ejecutivos.

Este testimonio de un empresario cocainómano no es una excepción. “Entre los niveles más altos de la sociedad se consume mucha esta droga”, declara Ignacio Calderón, presidente de la FAD. Son personas con mucha presión en su trabajo y con un elevado nivel de estrés, que se ha incrementado notablemente con la omnipresente crisis. Motivo por el que llama la atención una de las conclusiones del último Observatorio Español sobre Drogas, presentado esta semana por el Ministerio de Sanidad. En el informe se afirmaba que el consumo de cocaína había descendido por primera vez en los últimos 15 años.
Un estilo de vida

“La reducción en consumo de coca es inapreciable”, señala Fidel Riba, director médico del Centro Terapéutico Marenostrum. De hecho, en su clínica se ha detectado entre los años 2000 y 2009 un repunte de coca, hipnóticos y sedantes. Tal vez porque la cocaína es una de las sustancias más adictivas, pero también más fácilmente integrable en una vida normal. El ejecutivo consumidor de cocaína es capaz de controlar el deterioro cognitivo y ejercer sus funciones, incluso mejor que antes de esnifarla. Son personas altamente eficientes, con una vida herméticamente cerrada en su círculo y sobre las que se ejerce mucha presión. Su estilo de vida es demasiado dependiente de responsabilidad y la cocaína actúa como una sustancia liberadora y energizante para mantener ese ritmo. “La cocaína te permite trabajar más tiempo y estar más despierto”, señala Riba.

Opinión refrendada por Ignacio Calderón, que alerta de que el problema de la cocaína es que conlleva un silencio clínico tremendo. “Te pone como una moto. No te cansa, te hace ser ingenioso, divertido…, pero lo que no te enseña es el verdadero efecto nocivo, que tarda en aparecer. En una de esas ocasiones, de repente, te revienta el corazón”, declara. Los cocainómanos tardan de media entre cinco y ocho años en ser conscientes de su adicción. “Te convierte en alguien que siempre te ha gustado ser: más desinhibido, incansable”.

“Son personas con cierta carencia de valores trascendentales de la vida y con una visión excesivamente material”, señala el psicólogo Damián Ruiz. “Parafraseando al psicólogo francés, Paul Diel, la trivialización se presenta como un estado de subtensión energética. Cada deseo es inmediatamente saciado, ningún deseo es retenido, ninguna tensión sensata. Se agota así la energía en agitaciones vanas. Y no hay más que vacío interior…”.
“Cuantas menos capacidades, menos madurez y más insegura sea la persona, más te engancha esta droga”, afirma Calderón. Lo más cruel es que al principio enseña todo lo bueno, pero lo malo lo esconde para el final. Y al final “sólo hay tres formas de acabar con esta adicción: rehabilitándote, muerto o en la cárcel”, afirma rotundo Andrés.

2 comentarios en “Los ejecutivos se refugian en la cocaína

  1. Escribo porque hace apenas unas semanas, me enteré de un amigo que después de 30 años de no saber nada de él, es adicto a la cocaína. Tiene 11 años de andar ese camino tan tortuoso y me siento devastada. Partí hacia otro país dejándolo como un adolescente de 16 años y ahora descubro esto. Sé que está en rehabilitación, lo vi por facebook le escribí y a pesar que me aceptó, no me escribió una sola letra. Me causó tristeza aunque comprendo que se debe sentir mal. Cómo debo tratarlo? Debo insistir en escribirle? O dejo las cosas así. Vivo en otro país lejos de donde él está pero me gustaría ayudarlo y no sé cómo tratarlo. Me pueden aconsejar por favor. Muchas gracias.

  2. Hola, esto parece un difícil conflicto de sentimientos, y primero deberías aclararte. Saber que para ayudar a alguien en estas circunstáncias no puedes hacer otra cosa, que ponerlo en manos de especialistas y seguir sus pautas.
    Otra cosa son tus sentimientos hacia este chico, que, bien sean de amistad o de cualquier otra índole, manejarlos como lo harías con cualquier otra persona, pero teniendo en cuenta que quizá esté en un proceso que no pueda o deba hacer todo lo que quisiera.
    Un saludo

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