Hace unos días veía una publicación sobre el azúcar y su potencial adictivo. Y es que investigadores de la Universidad de Stanford han hecho público un reciente estudio donde pretenden decirnos que el azúcar es hasta ocho veces más adictivo que la cocaína.
Y sí, he dicho pretenden, ya que a pesar de que no he tenido la suerte de poder acceder al documento, la primera pregunta que me asalta es, si a estas ratas de laboratorio les habrán suministrado comida elaborada con azúcar y otra con cocaína. Y si es así, ya que es un animal irracional y se mueve por instintos, habrán tenido en cuenta que las ratas lo último que harían sería elegir morir de hambre. Un drogadicto en activo es capaz de acercarse a la muerte si tiene que elegir entre la una y la otra situación.
Otra de las preguntas que me asalta es la repercusión mediática que ha generado la noticia sobre el azúcar. Curiosamente, nunca sucede lo mismo con las referenciadas al alcohol y las otras drogas. Hace que reflexionemos, ¿verdad?.
Y es que, posiblemente, si nos quitaran el azúcar y las grasas de los alimentos llegaríamos a acostumbrarnos. No pasaría nada.
Si nos quitan el azúcar de los alimentos. No pasaría absolutamente nada.
Comparar el azúcar, las comidas que las contienen, e incluso las comidas ricas en grasas, con la cocaína, sinceramente, creo que estas personas no han llegado a entender el enorme poder de persuasión que tiene este estupefaciente.
Seguramente nadie ha dejado nada por tener que ir a comerse una hamburguesa o tomarse una barrita de chocolate o por hacer un café con azúcar en lugar de ponerle sacarina. Con la cocaína, eso puede ser un periplo que puede durar días.
Otra cosa, es que sea más o menos saludable, ahí no entro. No digo si estamos perdiendo la cocina mediterránea por la comodidad del supermercado y de los productos preparados. A pesar del marketing de hoy día que nos invita a alimentarnos con sanas comidas, y no hayamos entendido que, lo perjudicial no es el alimento en sí, si no, los aditivos que necesitan para sobrevivir inalterables.
No estigmatizamos ni discriminamos a quienes consumen azúcar ni comidas grasas.
Tampoco entro en si alguien sufre por algún tipo de enfermedad derivada de estas ingestas alimentícias y que seguramente no pueda evitar. Esto se podría considerar adictivo. Y de esto si que hemos hablado en otros artículos. La adicción no entiende de sustancias, y se puede ser adicto tanto a las drogas, como a los estimulantes farmacológicos, como al azúcar, a la comida, a las compras, a internet, al juego, al sexo, la “sustancia” no importa, ya que el cerebro, o mejor dicho, la dopamina que libera el cerebro es igual para todos ellos, lo único que difiere es la cantidad liberada, la respuesta, la interacción, la metabolización y la vuelta al estado natural.
Pero intenten hacer desaparecer el azúcar de sus comidas. Hagan por quitarse las grasas, y alimentarse mejor. Y después, quítense el alcohol a ver qué de ello es lo que pueden hacer más fácilmente. Pueden hacerlo al revés, primero hacerlo con el alcohol y después con lo demás. Pero no se lo digan: “va! yo puedo dejar de tomar alcohol cuando quiera“. Hagan la prueba. Sigan haciendo su vida normalamente, pero intenten hacer un año, solamente un año sin alcohol. Este tipo de comparativa es que aún falta mucho más por conocer sobre la adicción que por descubrir sobre ella.
Si tenemos la misma enfermedad, supuestamente, porqué a nosotros aún nos discriminan? porqué seguimos en la sombra estigmatizados?
Las personas que por costumbres, derivados por síndrome de Prader-Willi, síndrome de Cushing, trastornos hormonales y particularmente asociados a las tiroides que también pueden provocar esta condición, y sus consecuencias son más que evidentes caracterizada por un IMC (índice de masa corporal) de 40 o mayor, o de un IMC de 35 o mayor ante la presencia de al menos una u otra enfermedad significativa o discapacidad grave y minusvalía a causa del exceso de peso. Son diagnosticados con una enfermedad denominada obesidad mórbida, obesidad grave u obesidad clase III. Y a pesar de que también han sufrido problemas de exclusión social, nunca han sido y nunca serán tan acuciados como en la dependencia por sustancias psicotrópicas, ya que seguimos siendo los estigmatizados de los estigmatizados.
Alex Martín