Es cierto que tienen una enfermedad, pero están controlados por medicación y médicos. Ya son conscientes de su trastorno y lo cuidan, pero se han enfrentado a miles de situaciones, cuando menos, dantescas. Me gustaría citar todas ellas, pero no sería posible en un sólo post. Por ello, citaré aquellas que me impactaron más: hay un gran número de personas, que fueron llevados en contra de su voluntad, incluso a la fuerza a algún centro para ser recluído; encerrado en una carcel de su propia mente, pues esas situaciones les perseguirán, seguramente, durante el resto de sus días. Casos bastante comunes son la indiferencia y discriminación de los compañeros del colegio; quienes relegaban su amistad a una esquina solitaria al fondo del patio para pasar desapercibido y no tener que ser insultado como “el rarito”. Casos, infinitamente amplios, donde la propia familia discrimina ante terceros a su hijo/a “por su propio bien” por ser distinto, y le quitan las pocas esperanzas de comenzar a desmontarse su propia autodiscrimación que le han hecho creer durante toda su vida.
De hecho, una de las grandes preguntas es, ¿donde se encuentra la delgada línea entre la discriminación y el maltrato?
Un problema con mayúsculas, que desde la campaña pionera en Cataluña Obertamet se pretende desmentir algunos mitos en torno al trastorno mental y mitigar los demasiados factores que hacen discriminar y por ende una fuerte autodiscrimiación de los enfermos de trastorno mental. Enfoques sobre todo entre, familiares, sociales y profesionales de la salud.
Desde La Penúltima damos nuestro apoyo a tan fantástica propuesta y nos sumamos al proyecto.
Alx
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